lunes, 18 de marzo de 2024

 

Notas sobre “cuentos de mujeres valientes”, de Emilia Pardo Bazán.

“El indulto”

El cuento dice más por lo que referencia y sugiere que por lo que cuenta.

El relato centra su argumento en varias ideas que estarían en la base de las demandas de reforma social, ya entonces de máxima actualidad, solicitadas por buena parte de la sociedad española de fínales del siglo XIX.

Estas ideas argumentales se podrían expresar de esta forma:

- una mujer sin posibles, que vive en la necesidad con su hijo trabajando de asistenta lavandera en  una zona rural, se ve obligada, por ley,  a convivir con su marido indultado , que la ha arruinado y que además asesinó a la madre de ella.

- Un Código Civil que impide la concesión del divorcio por libre voluntad de los cónyuges, otorgado solo si se justifican malos tratos y previo costosos pleitos.

- Un sistema carcelario y un Código Penal  que en lugar de reinsertar a los presos les concede, discrecionalmente, indultos en función y en cuantía  de si el recién nacido es príncipe heredero o princesa

Con estas ideas la autora las organiza en un relato de ficción bastante verosímil, posiblemente real.  En el cuento de “ El indulto” hay intimidación hacia la mujer, violencia implícita y explicita; pero sobre todo hay crítica social hacia unas instituciones y leyes que mantienen la desigualdad de trato, especialmente hacia la mujer.

Un relato en cuatro etapas.

El desarrollo del cuento mantiene la tensión hasta el final mediante una secuencia de cuatro tiempos.

 

 

 

 

Presentación de los personajes.

En el primero, la autora hace una presentación de los personales en la que despliega su estilo realista-naturalista plasmado, sobre todo, en detallar sus condiciones sociales en las que están inmersas.

Comienza la descripción por Antonia, que la presenta como mujer sufriente y víctima de un destino desgraciado. Desgastada físicamente por el trabajo de asistenta de  lavandera, angustiada y rota emocionalmente por el asesinato de su madre a manos del marido  de Antonia, y amenazada por este tras inculparlo a la policía. Sola, empobrecida y madre de un hijo menor que no conoció a su padre, y al que, durante su lactancia, lo habían criado las vecinas ante la incapacidad de la madre para hacerse cargo de él:

La autora añade, como otro personaje más, el ambiente de las vecinas; mujeres trabajadoras, solidarias, que saben la historia de Antonia pero callan para no aumentar su dolor, van comentando chismes, rumores. Son el verdadero motor del cuento, ya que introducen la acción a través de sus comentarios y opiniones, consejos, etc.

El marido de Antonia reúne todos los vicios que la sociedad detesta y condena:  codicioso, violento, ladrón y asesino de su propia suegra. (recuerda, en versión chapucera a Raskólnikov, en Crimen y castigo). Es otra víctima de sus condiciones y con un destino imposible de cambiar, ni siquiera en la cárcel.

Por otra parte, al hijo lo presenta como asustado, débil, carente de afecto e incapaz de servir de ayuda. Exigente ya con su madre…Otra víctima más de su condición social.

 

 

El determinismo de los personajes.

Emilia Pardo Bazán utiliza aquí un estilo naturalista y determinista en la trayectoria vital de los personajes; los presenta con un destino predeterminado por su condición e incapaces de salir de ella; mucho menos capaces para luchar por cambiar sus condiciones.

El trasiego de emociones y la implicación del lector.

  En el segundo contenido del cuento la autora crear tensión en los personales, especialmente en Antonia, a través de los rumores de las vecinas sobre un posible indulto por la boda real ( ¿Alfonso XII con M.ª Cristina de Habsburgo?) del que se podría beneficiar el marido, reduciéndole la condena. Pasado este temor le sigue otra noticia, esta vez de verdad, de la inminencia de otro indulto por el nacimiento de una princesa ( ¿María de las Mercedes?).

Es en esta parte donde la autora aprovecha, veladamente, para criticar y poner en evidencia lo desfasado de las leyes penales, la discrecionalidad de los indultos (según nazca de los reyes varón o hembra) y, como consecuencia, de lo injusto, costoso e inútil de los pleitos para las personas humildes si quieren conseguir el divorcio.  En esta parte del cuento se trabaja el abatimiento de Antonia y la solidaridad de las vecinas.

El tercero de los contenidos tiene por objetivo literario hacer de contrapunto con el anterior, introduciendo movimiento y emoción; en este caso de esperanza y alegría por parte de Antonia al creer que su marido puede estar muerto.  Aquí la autora se sirve de un rumor que proviene del ambiente de las vecinas. Es quizás la parte del cuento en la que implica más al lector y le hace transitar por la emoción de liberación que siente Antonia.

Final abierto y pesimismo ante el futuro.

La cuarta parte incluye el desenlace final, el desengaño y la cruda realidad con el regreso del marido, la desilusión y el abatimiento de Antonia frente a la realidad de la inevitable convivencia con él, según lo dictado por la Ley. La muerte natural(?) de Antonia deja un final abierto con la fuga del marido. Detalle que redunda en el sentimiento de pesimismo e injusticia social.

 

 

Otras referencias implícitas a las que se hace relación en el cuento.

Como señalábamos al comienzo, el cuento dice más por lo que referencia que por lo que cuenta. Entre los mensajes que la autora va “dejando caer”, estarían:

-     Es preciso acabar con las situaciones de Violencia doméstica, maltrato y abuso hacia la mujer.

Son situaciones de desigualdad, que incluyen a veces violencia psíquica, físicas ejercidas, por lo común, desde figuras masculinas de autoridad, ya sea el marido, el padre, o, de manera más impersonal, desde figuras y cargos de poder en las instituciones como jueces, abogados, etc.

“El indulto”, como cuento “con mensaje”, reúne las condiciones de abuso, intimidación, amenaza, y crítica social hacia las instituciones.

La violencia domestica es un tema recurrente en la obra de Pardo Bazán. En el libro que comentamos hay por lo menos seis cuentos que desarrollarían esta temática, además de otras añadidas. (“El indulto”, “El encaje roto”, “La novela de Raimundo”,” La puñalada”, “Entre humo”, “Las medias rojas”…).

Algunos estudiosos de la obra de Emilia Pardo Bazán, destacan el tema de la violencia doméstica, hoy diríamos “de género, como un tema recurrente y que tendría su origen, según estos mismos investigadores, en un hecho oscuro y violento ocurrido en la familia paterna de la autora, aunque ella nunca lo comento. Su abuela paterna, Doña Joaquina Mosquera, murió asesinada a manos de su segundo marido Juan Rey Perfume que la degolló, suicidándose después.

-     Es clara la necesidad de cambios sociales y legislativos en el estatus de la mujer casada en la España de finales del siglo XIX. El divorcio.

Desde 1875 hasta la reforma del Código Civil de 1886, La legislación decimonónica en materia matrimonial se regía por la legislación civil y por las disposiciones tridentinas que disponían una condición jurídica para las mujeres que dista sustancialmente de la ordenada para los varones.

Los conflictos derivados de ciertos casamientos fue uno de los temas más tratados no solo por la literatura costumbrista, realista y naturalista de la segunda mitad del siglo XIX ( Larra, Galdós, Juan Valera, Clarín..)   sino también por hombres y mujeres juristas, especialmente estas, que trataban de reformar la legislación positiva en igualdad con el hombre en diferentes ámbitos, como luego veremos.

Es preciso legislar sobre el divorcio en beneficio de ambos cónyuges, especialmente de la mujer.

En el cuento se reseña el infructuoso intento de Antonia visitando abogados para tratar de conseguir el divorcio de su marido. Este apartado hace referencia indirecta a la situación que se estaba dando al aplicar Decreto de 9 de febrero de 1875 que modificaba la ley Provisional del Matrimonio Civil de 1870.

Dicha ley contempla en su Capítulo VII el divorcio, pero lo trata desde el punto de vista canónico, El divorcio así considerado no disolvía el matrimonio, solo interrumpía la vida en común previo que se dieran unos requisitos tasados que eran desiguales para la mujer respecto a los exigidos para el hombre.

Como bien se queja Antonia de su conversación con el abogado, este le dice que “hay que justificar maltrato del marido”.

Son varias e importantes las voces y los escritos que desde el derecho y la política se dirigía hacia la reforma legislativa del divorcio en la España de finales de siglo XIX , en concreto de esta Ley Provisional. (“El matrimonio” de Joaquín Sánchez de Toca, 1873). Esta labor de reforma sobre el divorcio y”  la cuestión (jurídica) de la mujer”, continuara a lo largo del primer tercio del siguiente siglo con figuras como las de Carmen de Burgos, entre otras.

Este cuento fue publicado en La Revista Ibérica, núm. 1 de 1883. La fecha es importante, ya que es previa a la reforma del código penal de 1889, que reconocerá dos formas de matrimonio: el canónico, que deben contraer los que profesen la religión católica, y el civil, que se celebrará al modo que determina este Código».

La labor periodística de Pardo Bazán iba dirigida a “calentar motores” para convencer a una minoría influyente de la necesidad de cambios sociales.

La fecha también tiene un significado personal, ya que coincide con el largo y complejo proceso de separación que vivo la escritora con su marido, José Quiroga, que “concluiría” en 1884, y que había comenzado 10 años antes.

-     Es preciso modificar las condiciones que se dan en las cárceles españolas para que cumplan su labor de reinserción.

En el cuento, Antonia duda de la hipótesis de las vecinas de que su marido se pueda regenera en la prisión, “se volviera de mejor idea” :  

<<Meneaba Antonia la cabeza entonces, murmurando sombríamente:—¿Eso, él?, ¿de mejor idea? Como no baje Dios del cielo en persona y le saque aquel corazón perro y le ponga otro...>>

 

 

Eran muchas también las voces y los trabajos que apuntaban a la necesidad de cambio de las condiciones de vida y de trato que se vivían en las cárceles españolas de finales del siglo XIX, especialmente las de las mujeres.

Una de estas voces fue la de Concepción Arenal, nacida en 1820, gallega también como Emilia y, aunque mayor que esta, buena parte de su obra, periodística, humanista y de reforma carcelaria hacia la mujer presa, fue contemporánea con el trabajo de Emilia Pardo Bazán y, al igual que ella,  fue intelectual humanista, periodista y escritora, visitadora de prisiones y  cuya obra se encuadra también dentro del Realismo literario. Si analizamos la publicación de los trabajos de Concepción Arenal y la publicación del cuento “El indulto” de Emilia Pardo Bazán, podemos suponer que buena parte de los contenidos del mismo se encuadraban ya en un ambiente de reforma social de finales del sigo XIX.

‘La beneficencia, la filantropía y la caridad’ (1860), ‘Cartas a los delincuentes’ (1965), ‘La mujer del porvenir’ (1869) ‘Estudios Penitenciarios’ (1877) ‘El visitador del preso’ (1891) o ‘La educación de la mujer’ (1892).

Una labor de reforma que sería continuada durante el primer tercio del nuevo siglo por dos mujeres: Victoria Kent y Clara Campoamor.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Conclusiones.

 El Indulto de Emilia pardo Bazan se escribe en un momento histórico de encrucijada personal y social en la España de la restauración, con un rey ( Alfonso XII ) casi agonizante y con reformas sociales pendientes ante  los cambios que se estaban dando en la sociedad española de finales del siglo XIX. Se puede considerar un cuento “con mensaje” que vehiculiza o divulga ideas a través de una ficción, por otra parte, bastante determinista con los personajes y bastante pesimista respecto a sus posibilidades de transformación. Es un relato para ser leído en la prensa  por una minoría selecta e influyente capaz de liderar, desde arriba, las reformas sociales necesarias. Es, por parte de la escritora, un posicionamiento elitista y compartido dentro del liberalismo conservador de la época.

 

Bernardo y Soledad.

Marzo 2024.

jueves, 2 de febrero de 2023

 

“El rumor del oleaje”. Yukio Mishima. Colaboración de Ramón Galindo Morales

Club de lectura, 02/02/2023.

El título me atrajo nada más leerlo, invita a su lectura, me atrapó.

El rumor del oleaje es para mí un sonido evocador, tranquilizador, relajante, inspirador… una invitación a la reflexión, a la meditación… le suelo pedir consejos, que me ayude a tomar decisiones…

Es la primera novela que leo del autor, desconocido para mí, reconozco que soy poco dado a la literatura de esos parajes.

Creo que hay muchas cosas a destacar en la novela, desde el mismo título… Quizás una de las que más, la importancia del mar a lo largo de toda la obra. Una frase clave en este sentido: cuando la madre del protagonista (si no me equivoco) tiene que tomar una importante decisión, se va al rompeolas, a escuchar qué le dicen las olas, pidiéndoles que le ayuden a decidir, a qué hacer…

Otro aspecto que destaco, la sencillez que percibo en todo el libro, la austeridad de la vida en el sentido más aristotélico del término. La novela es un canto a lo sencillo, a lo humilde, a lo honesto, a una ética pura, simple, a lo mejor del ser humano en contacto con la naturaleza, a vivir de forma minimalista, usando responsablemente los recursos. Todo ello adquiere mayor relevancia en el contexto de una sociedad, actual, la nuestra, hiperconsumista, insostenible, caracterizada por el tener frente al ser.

En otro orden de cosas, estamos ante una novela “romántica”, la obra nos plantea una concepción platónica del amor: limpio, sincero, que quiere vivirse sin prejuicios, que quiere superar la barrera de clases, presentes también en esa sociedad. La relación de los dos personajes, Shinji y Hatsue, me parece idílica.

Prosa que destila poesía en gran parte de la novela, lenguaje muy cuidado, tanto en la descripción de los personajes como de sus relaciones, actividades, paisajes… lugares en los que confluyen espacios y tiempos, todo ello rodeado de mar, el poder evocador del mar, el rumor del oleaje….

Un autor a seguir, especialmente cuando quieras que la vida se ralentice, decaiga ese ritmo trepidante que a veces nos envuelve, un libro que nos permite elogiar la lentitud, saborear las pequeñas cosas que nos rodean y nos suceden.

No sé nada del autor, no he querido informarme de su vida y su obra, ¿cómo viviría los dramáticos años de la IIª Guerra Mundial, aquella bacanal de locura de la que su país fue triste protagonista? Su escritura, limpia, clara y pura, contrasta con la dureza de los años que la precedieron.

Utajima, como Macondo y otros muchos espacios literarios, forma ya parte de mi universo personal.

 

miércoles, 18 de enero de 2023

 Club de Lectura sobre el libro Ian Manook

 "Yeruldelgger muertos en la estepa"

Los miembros del Club de Lectura de la biblioteca pública "Adolfo Suárez" planteamos nuestras imprevisiones sobre la lectura del libro arriba mencionado, coincidiendo en su mayoría todos los intervinientes que se trataba de una obra que enganchaba desde el primer momento, muy amena y en algunos casos, con cierta crueldad en la trama. Algunos de los intervinientes señalaron que se trataba de una exposición social de M Mongolia con la división entre quienes tenían un rango importante y los más desfavorecidos. Algo que, en cierta manera, hubo quien lo comparó con Marruecos.
"La esencia del ser humano y la miseria se igualan en esta historia relatad en el libro", se indicó por algún partícipe de la tertulia, quienes también destacaron que se trataba de un aprendizaje por conocer Mongolia, señaló Rosa Ramón "acercándonos a esa cultura a través de un escritor francés".
Precisamente en los orígenes del autor de la obra también incidió Ramón Galindo que dio una verdadera clase magistral, como experto en novela negra, de la Añadió que "la novela negra europea es una radiografía social y la editorial Salamandra es un sello de mucho prestigios características que diferencian a los autores europeos de los estadounidenses en este género literario, dado que los novelistas franceses se ganan la vida en varias profesiones y no son solo novelistas.
Señaló Galindo que, si bien antes la novela negra era un género denostado, no sucede igual en la actualidad: "Para mí es una literatura de raza", matizó.
Para otros c contertulios, la obra motivo de debate estaba bien relatada en cuanto a situaciones descritas y muy bien escrita, enganchando desde el primer momento por la potencia de los personajes.
Hubo quien manifestó que el personaje del suegro es deshumanizado, ya que, si bien en principio parecía que la muerte de la nieta fue por accidente, después se desveló la mafia que tenía montada el suegro.
Para Rosa, se describe una sociedad cruel "no la he visto como novela negra sino esa espiritualidad, ese amor por las tradiciones en Mongolia, entre chinos, rusos y coreanos. "La historia en sí del crimen la he visto -dijo-, como una película. Me fijé en el tema espiritual y en concreto en el sistema de libertad, así como en el peso de las mujeres en el desarrollo de la trama, de los personajes fuertes".
Ramón Galindo calificó esta obra: "Responde al prototipo de la novela negra francesa. No es lo mismo leer novela británica o estadounidense que española, francesa o italiana".
Para Domingo se trata de una denuncia social, le agradó mucho la ambientación como si fuera una novela de viajes, destacando que había peleas inverosímiles donde los contrincantes parecían superhéroes, llamándole la atención la denuncia social.
"Se corresponde a la idea que tenía -señaló Domingo-, al ser novela negra tiene poca intriga, me gustaron mucho los escenarios de Mongolia". Los sueños, como seña de identidad de los escritores franceses, dijo Galindo, resultan inverosímiles. Se destacó tanta la corrupción policial en una democracia fallida y hubo quien se transportó a Marruecos en juna comparativa de similitud por las diferencias sociales tan marcadas que se relatan. Los tertulianos destacaron que conforme se avanza en la novela, el personaje central de Yeruldelgger despierta más interés en la trama. Se demuestra en el relato, coincidieron varios tertulianos, que se trataba de una sociedad semejante a otras con el poder político y económico, resultando curioso también un hecho muy sutil: titular de cada capítulo era una frase con la que finalizaba ese capítulo, entendiéndose como un recurso literario del autor. "El escritor busca una relación con el capítulo y se obliga a elegir bien la última frase, haciendo así retroceder a la relectura, utilizando este recurso como figura literaria muy personal", concluyó Galindo para calificar esta cuestión tan singular.

martes, 13 de diciembre de 2022

   COLABORACIÓN DE JOSÉ LÓPEZ FRANCO   

 El cuento de Navidad de Auggie Wren


Días pasados nos reunimos los miembros del Club de Lectura de la biblioteca pública en la que será nuestra última reunión del año, donde se debatió el Cuento de Navidad de Auggie Wren del que es autor Paul Auster que tenía su complemento en la película sobre este mismo asunto, película que no todos habíamos visto.
En el transcurso de la anima tertulia literaria se expuso que "la historia del cuento de Navidad se veía como real", destacándose que se percibía como un relato interesante, de la que se obtenía una moraleja de enseñanza, también se destacó que hay que ser conscientes del paso del tiempo: "Las cosas están ahí, pero hay que fijarse en ellas y ahondar", se apuntó. Se hizo hincapié en el hecho de que "el tiempo pasa sigiloso, con cautela", como también llamó la atención de los contertulios que "un ratero de medio pelo robara libros y la perjudicada no los encontrara cuando fue a casa de la abuela del chico que estaba sola y era ciega".
Muchos de los intervinientes pusieron énfasis en un hecho: Al hablar del paso del tiempo, se percibe que un hombre que está en un estanco puede ser un artista, se habla de la soledad, del hurto de libros de bolsillo (que no robo, como especificó un tertuliano), de la vejez, de la mentira..."
Se precisó que el contenido de la historia que era motivo de debate literario, "tiene más que ver con la verosimilitud que con la verdad". Y se indicó que "la historia de la abuela es tierna, demuestra la humanidad, supone un acto de amor y de compasión para ver lo que hay detrás de todo lo que percibimos". Una situación que lleva a un hecho. "Es una reflexión, porque las situaciones que se producen son malos pero las personas están influidas por las circunstancias", un planteamiento que nos lleva a la popular frase de Ortega y Gasset del "yo soy yo y mis circunstancias".
En la referencia a las fotografías que ilustran el cuento, los tertulianos apreciaron en ellas el transcurso del tiempo y la vida, considerando que "la rutina no es una línea recta". También se hizo hincapié en un hecho relevante: "No siempre lo legal es justo". Y destacaron que se pone en valor la amistad en este cuento que adquiere el valor de un relato corto en el que se cuentan muchas historias entrelazadas.

lunes, 7 de noviembre de 2022



Colaboración de José López Franco, de la reunión del Club de lectura con la autora Eloisa Martínes Santos y su novela "Mujeres de hojalata"




 "Mujeres de hojalata" nos reunió a todos los miembros del Club de Lectura con la escritora madrileña Eloísa Martínez Santos, quien nos explicó algunas particularidades de su novela. Dejó bien claro algunos aspectos a destacar: no se trata de una novela autobiográfica, tampoco es una historia feminista, aunque sí recoge diversas etapas familiares de varias generaciones de mujeres que tuvieron un hilo conductor a lo largo del relato: las albóndigas.

Eloísa huye de las etiquetas, de ahí que califique su novela de mujeres, escrita por una mujer. Para ella "no hay que hacer alarde de femineidad sino de talento", dijo.
Viajera impenitente, situó la trama en Boston y reconoce que de cada ciudad te llevas una imagen, una calle que, en el caso de Ceuta, fue el edificio Trujillo del que destaca su escalera, también el retablo de la iglesia de Los Remedios; amante de la vida, gusta de mirar cómo están los comercios y las terrazas con la gente que los ocupan y se llevó de Ceuta el deje, en la forma de hablar: unas veces similar a Málaga, otras a Marruecos.
A preguntas de los asistentes, fue describiendo algunos de los personajes que forman parte de la trama de su novela. Carmen "desata pasiones encontradas: a los hombres le despiertan su lado más canalla", señaló. "Quise mostrar una mujer intelectual con ideas claras y la gran transformación en la novela que es Carmen".
Ni Alicia ni Carmen sino Esperanza fue el primer personaje en el proceso de producción, señaló la autora de la novela. Una obra literaria que precisó de cinco años hasta culminarla a su gusto con la idea que quería expresar de cada uno de los personajes. "Tenía claro -dijo-, lo que cada una iba a representar. Milagros un poco beata y con un amor prohibido". En Esperanza -dijo la autora de la novela-, puede haber dos o tres conversaciones diferentes, la visualiza perfectamente".
Del personaje de Carmen considera que resulta pedante, clasista, "si Carmen no estuviera viva te resulta antipática o la has de amar", indicó Eloísa. "El "filing" con ella se da constantemente, Carmen no entendió a su familia y a base de trabajar mucho llegó su transformación y conoció la verdad de su familia".
Destacó de Minerva, la criada, como un personaje significativo en la novela, de la que su "lector cero" señaló que tenía un gran potencial "y decidí -dice Eloísa-, que Carmen necesitaba un punto de apoyo y sentirse gallito, alguien que le sirviera de muleta".
Al ser preguntada la escritora autora de "Mujeres de hojalata" si su obra era autobiográfica, preguntó: "¿Vosotros me veis con dos amantes a la vez?". Dice que los personajes surgieron inspirados en las "Chicas de oro". Carmen está con su familia y considera a esta perdedora por los avatares que han pasado. Un relato que, en sus primeras treinta páginas, según su autora, es duro pero que paulatinamente te va atrapando la novela.
Sitúa la voz en tercera persona como más objetiva y que no llega al narrador-cámara. La escritora usa recursos de poner similitudes con actores y actrices del cine para mostrar una especie de película. Describió el personaje de Encarnación como una mujer que no se quiso casar con el pobre ya que buscaba a un hombre con abolengo, pero sí acostarse con él, se platea que se ha enamorado de Mauro, se van del pueblo, lo pasan mal y se enfrenta a los problemas de una capital con un marido enfermo.
Entre Reme y Esperanza empiezan las albóndigas que marcan las diferentes etapas de la familia. Milagros se ve en París con su hermano y se enamora de un nazi, que después moriría. Nace Angustias que es el tipo de mujer que no encuentra su lugar en el mundo: mujer bipolar.
Todas las familias -matiza la escritora de la novela-, tienen sus secretos inconfesables como hace Esperanza que parece la mejor de la familia, Alicia lo que hace es obedecer y sacrifica el amor por su cuñado en aras a la familia.
En cuanto al enclave de situar la casa en venta de la familia en la calle Alcalá número 174, obedecía a que un día, la autora de "Mujeres de hojalata" pasó por allí y como no hay nada sin un motivo que lo justifique, descartó el barrio de Salamanca o Chamberí, cuando iba paseando por Madrid desde Manuel Becerra a Ventas, porque le llamó la atención que el edificio no era tan viejo ni feo y tenía los años que necesitaba para la trama de la novela. Entró al portal la escritora en una calle de gente vieja que era lo que buscaba porque se ven más inteligentes que los niños. dice. Accedió al portal, aunque el piso en el que sitúa la novela está inventado.
Eloísa Martínez Santos relata que "llegan más los cambios profundos con el dolor que con la felicidad", justificando así el "leit motiv" de la novela y concluye diciendo que "el final de la novela trae vida, no habrá segunda parte porque la obra literaria esta terminada y lo que luego pasa ya es la vida privada". La escritora dice identificarse con la fuerza de la abuela "me gusta mucho Alicia, aunque a Carmen la he vivido de cerca porque tengo un negocio familiar y siento una ternura especial por Angustias, que es el garbancito que no se ve en la obra, pero sufre mucho, que no se siente querida con un matrimonio difícil y a quien parece que le ocultan algo".
La escritora madrileña concluye: "Cada generación tenemos nuestro mundo".

viernes, 5 de noviembre de 2021

SOBRE MICRORRELATOS

 SOBRE MICRORRELATOS: Marigel Sánchez Caravaca

Al parecer, está   abierto el debate sobre si el microrrelato es un genero que merezca la pena tener en cuenta a la hora de leer o escribir. Así que os voy a dejar por aquí mi opinión.

Este verano, en un comentario que colgué en las redes, me atreví a definirme como “lectora compulsiva y escritora incipiente”, o algo así.

Como lectora, mis primeros libros fueron las novelas juveniles que ahora están repartidas por las casas de verano de toda la familia. Luego, al heredar la biblioteca de mi suegro, devoré casi todos los novelones españoles del XIX, Blasco Ibáñez, Galdós, Pereda, Valera, y también del ruso Tolstoi. En cuanto a escritura, primero rellene un diario de esos con llave y luego pase a un cuaderno de impresiones o reflexiones, antes de intentar escribir sobre mis recuerdos y vivencias.

Ahora, después de los dos cursos de microrrelatos en los que he participado, gracias a la biblioteca, yo diría que he mejorado mucho mi escritura y avanzado también como lectora.

 Y es que, en esta nueva modalidad literaria, hay que aprender a usar el lenguaje con mucha precisión e idear estructuras que atrapen y sorprendan al lector. Creo que se trata de un genero muy exigente pero muy eficaz para mejorar la creatividad y la capacidad critica.

En definitiva, y continuando con la idea del debate, mi opinión es muy positiva.


SOBRE MICRORRELATOS: Pedro Roldán Perea

Con él he aprendido a ser escueto.

SOBRE MICRORRELATOS: María del Carmen Rodríguez

      Es evidente que el  microrrelato está cada vez más en auge. A mí siempre me ha gustado este género, será porque me entusiasma que, tanto en literatura como en cine o teatro, el autor le dé cancha al que recibe  su obra.

  Intento leer de todo, con excepciones; evito la mayoría de la novela histórica que nos inunda.

   En nuestra tertulia tenemos el honor de contar con una autora de microrrelatos, Margarita del Brezo, que lleva cosechados muchos premios, fruto de su talento y su trabajo. Pero yo desconocía cómo se construye este género. He aprendido la teoría gracias a Ginés  S. Cutillas,  que nos la explicó  en  una tarde de forma amena y magistral. Comprendí  la perfecta maquinaria que tiene que utilizar el escritor para crear una ficción que requiera la complicidad  del  lector, cuya tarea es descubrir lo que falta.

  Este taller ha sido una experiencia  deliciosa. Muchas gracias a nuestra Biblioteca por  tan excelente idea.


SOBRE MICRORRELATOS: Rosa Ramón García

Me gusta pasar el dedo por el lomo de los libros. Giro la cabeza levemente hacia la izquierda o la derecha, según el sentido en que esté escrito el título de la novela que va señalando mi dedo índice. Apenas si me detengo donde pone Relatos...

Desde siempre he leído novela larga, de doscientas, trescientas páginas… (quizá era también lo que había), sobre todo cuando voy de vacaciones, antes de las cuales paso demasiado tiempo eligiendo libro, mejor dicho, descartando. Me llevo conmigo a unos personajes con los que he decidido compartir mis días de descanso, aunque sus vidas sean tristes, estén atravesando un mal momento, sean felices en sus vidas de papel o tengan entre manos un conflicto, un asunto que resolver, porque durante este tiempo, y los demás que paso en mi casa con ellos, puede decirse que casi forman parte de mi familia, y si no de ella, de mi vivir cotidiano.

Mi dedo, hasta ahora, tampoco se ha detenido en un libro que lleve por título Microrrelatos, pienso que se me harían muy cortos, y además tendría que viajar con demasiados, demasiadas tramas, demasiado en qué pensar.

En mi elección entra otro detalle importante para mi. Suelo leer las primeras líneas para ver el tono, la voz, la forma ... (¿se dice así?) en qué está escrita la novela, y debo decir que si está escrita en primera persona, a veces me la llevo, sin pensar mucho, porque es la voz narrativa que más me gusta.

Soy consciente de que mi elección o simpatías literarias se deben en gran medida a que este género es tan nuevo, al menos para mí, que no me ha dado tiempo a conocerlo o entenderlo o saborearlo. Yo no tengo prisa cuando leo, no quiero que se acabe mi lectura sobre todo cuando disfruto de un paisaje, de un sentimiento o de un misterio.

No sé si las historias de los cronopios y las famas son microrrelatos. ¡Hace tanto tiempo que las leí! sin embargo, guardo muy buen recuerdo de ellos, pero como leí a Cortázar de seguido, a quien nunca olvidé fue a la Maga, con su paraguas en el autobús, y la emotiva carta a su bebé Rocamadour (¿puede un microrrelato hacerme sentir toda la emoción que sentí entonces?). También recuerdo con mucha simpatía a Varguitas, enamorado de la tía Julia, pues estas lecturas son del mismo tiempo. Me leí de corrido toda la literatura del boom latinoamericano.

En estos días que me he puesto a leer estos textos mínimos (en palabras, que no en contenido, lo sé) y reflexionar sobre ellos, estoy pensando si es que no han existido desde siempre y reafirman la veracidad de aquellas expresiones o dichos populares tales como lo lo bueno si breve ..., a buen entendedor 

En este sentido, no me resisto a contar brevemente, cual microrrelato (o no, según se entiendan estos), la anécdota o leyenda que corre por ahí en la que el Cardenal Mazario (1602-1661), político francés, acepta tener una audiencia con un mendigo, pero con una condición: que le plantee lo que quiera con sólo dos palabras. El mendigo (pobre, pero listole dice hambre, fríoEl cardenal, dirigiéndose a su secretario y refiriéndose al mendigo le dice a aquel comida, ropa.

Aunque no he acabado de asimilar del todo los microrrelatos, después de nuestros dos talleres, el primero con María Jesús Fuentes, y este último con Jesús Cutillas, me he acercado de otra manera a ellos, y seguiré haciéndolo. Quizá la próxima vez que tenga que coger el autobús o un taxi, me decida a llevarlos conmigo.

SOBRE MICORRELATOS: Maribel Lorente

Descubrí hace muy poco el microrrelato con el curso de Mª Jesús Fuentes y desde entonces me he atrevido a escribir algunos. Después de asistir al taller de Ginés , descubrí que nada de lo que había escrito hasta ahora reunía los requisitos que debe tener un microrrelato. Al parecer, eran solo textos cortos donde existía una historia A, pero no una historia B, que es la que debe descifrar el lector. En mis textos, no había nada que descubrir, ni que descifrar ya que todo lo que describía y sentía estaba explícito en el relato.

Comparto con Ramón Galindo que cuando leo, necesito un texto que me conmueva con sus adjetivos, adverbios y recursos literarios, con sus amplias descripciones, narraciones y percepciones del momento, es decir, una lectura que me haga vibrar. No quiero deducir y estrujarme el cerebro para adivinar el mensaje que el autor ha querido dar en la historia B.

Seguiré escribiendo todo aquello que me sirva para expresar todo lo que siento y saque fuera lo que quiero trasmitir, aunque sea en pocas palabras. No sé si serán microrrelatos, textos cortos, crónicas o artículos de opinión.



SOBRE MICRORRELATOS: Jesús Canca

En los últimos años, como por arte del azar, y sin venir a cuento, he descubierto el microrrelato; que tiene mucho que ver con aquello de la brevedad y el ingenio que decía Shakespeare. Un género que ha irrumpido con tanta fuerza en el panorama literario reciente, y dada su innegable repercusión, que tengo claro una cosa: ni es una moda pasajera ni una flor de un día, sino que ha llegado para quedarse.

Siempre he leído mucho. Por razones académicas y para matar el tiempo (aunque yo no fuera consciente que, en verdad, el tiempo invertido en la lectura me estaba enriqueciendo). Y un día, entre lecturas y lecturas, me tropecé con ese poeta inglés durante mis años universitarios, de quien descubrí que “La brevedad es el alma del ingenio”. Yo, a decir verdad,  no sé si seré ingenioso, pero sí sé que soy exigente. En todo. Y en la lectura también. Me gusta leer. Y no me limito a un solo género. Toco todos los palos, aunque he de confesar que me decanto por la novela y el relato, entre todos ellos.

Sí. Soy exigente y selectivo. Y como lector mucho más. No me gusta cualquier artefacto escrito. Ese, a mi parecer, es justamente el motivo por el que muchos lectores rechazan el género del microrrelato, tan en boga en nuestros días. Porque es demasiado exigente con el lector. Está claro que para que el micro funcione el lector ha de poner mucho de su parte. Mucho más que en la novela o en el relato, donde los personajes y los ambientes vienen ya desarrollados por el escritor. Sin embargo, en el micro el lector juega un papel tan activo como decisivo, porque es él quien tiene que desarrollarlos, con todo lo que el escritor le sugiere o insinúa a través de las palabras meticulosamente seleccionadas que conforman el cuerpo del texto.

En los micros la descripción de los personajes y de los ambientes no tiene cabida. No hay tiempo ni espacio para ello. La descripción de los personajes va adosada a la acción que estos realizan. De ahí aquello de… “por sus acciones los conoceremos”. El escritor tiene que decidir escrupulosamente qué interesa más en su propuesta creativa y ha de desestimar aquello que considera superfluo. “Apartar todo aquello que no aporta”, podría ser el lema. Porque en el micro todo juega su papel y todo tiene su razón de ser: el título, la frase de arranque, la frase final, los signos de puntuación, la exquisitez del lenguaje y su economía.

Para mí, el escritor de microrrelatos prepara su coctelera antes de empezar y le añade todos los ingredientes necesarios: narratividad, concisión, elipsis, precisión, trama paradójica y sorprendente, brevedad, prosa y un conflicto donde el personaje sale de la historia de manera diferente  a la que entró, para así poder obtener esas preciadas “píldoras literarias”.

El microrrelato “nace de la urgencia de contar en pocas líneas algo transcendental”, como dice Ginés S. Cutillas, y se le considera el hermano menor de la novela y el relato. Se trata de un nuevo género que no da de lado a los demás, sino que bebe de todos ellos a pequeños sorbos: disfruta del ritmo de la poesía, del humor de la greguería, de la rotundidad del aforismo, de la precisión de los buenos relatos y, por supuesto, de los grandes temas de la novela.

Y hablando de novelas. Yo a lo largo de los años, como lector, he leído novelas y relatos de grandes escritores como García Márquez, Cortázar, Voltaire, Chéjov, Kafka, Borges, Monterroso, J.J. Millás, Ana Mª Matute o Benedetti (entre otros muchos). Hoy también he descubierto microrrelatos de todos ellos, altamente recomendables para todos aquellos lectores que agradecen, además de textos de calidad, las bondades de la brevedad.

Y eso es lo que achaco a muchas novelas. Porque como dice Juan José Millás (en uno de sus célebres microrrelatos, por cierto) “Hay novelas que aun sin ser largas no logran comenzar de verdad hasta la página 50 o la 60”.  ¿No os pasa a vosotros también que a veces da la sensación de que el escritor se pitorrea del lector, haciéndole leer páginas y más páginas que no aportan nada, contándole lo mismo que podría haber hecho en un solo párrafo? En el micro eso no ocurre. Imposible. No hay tiempo para ello. Ni espacio. Porque ni el escritor puede permitirse el lujo de gastar espacio ni el lector tiene tiempo que perder.

El tiempo. Sí, el tiempo. Esa ha sido la clave del boom del microrrelato, en mi opinión. Los tiempos están cambiando. Para todos y en todo. Y en la literatura también. Hoy en día, algunos lectores, entre los que yo me incluyo, sin desestimar la novela o el relato, agradecemos narraciones más breves que nos permitan compaginar su lectura con otras tareas. El gusto por la literatura concentrada en pequeñas dosis no tiene precio. Y tampoco podemos olvidar, como punto a favor, su fácil, cómoda y rápida accesibilidad en la era digital en la que estamos inmersos.

Para mí, leer un micro supone un juego. Un juego serio en el que el lector ha de hacer frente al reto que le plantea el escritor, descifrando el mensaje oculto tras el título y el cuerpo que forman el texto. Porque, tal y como argumentó Ginés S. Cutillas en el Taller de Microrrelatos, no solo se trata de ver el plano A de la historia a través de una lectura literal del texto, sino que (y ahí está el quid de la cuestión) hemos de ser capaces, sobre todo, de desentrañar el plano B de la misma, leyendo entre líneas, para solucionar el acertijo que se propone. Y justamente ahí está la gracia del juego. ¿Te atreves? ¿Jugamos?

 

SOBRE MICRORRELATOS: Ramón Galindo Morales

Pertenezco, como lector, a unas cultura de la novela, corta o novelón, también del relato y del cuento, del ensayo; al micro relato aún no le he tomado el pulso… No tengo nada en su contra, no me ha hecho nada, pero, hasta ahora, no me ha dado nada, o muy poco; sin embargo, la novela, sin duda mi género literario preferido, me ha dado y me sigue dando, mucho, muchísimo, a lo largo de toda mi vida; creo que no podría vivir sin estar leyendo una novela, un libro de relatos, de cuentos…

Me gusta que se describan y se caractericen extensamente a los personajes, ambientes, paisajes, contextos… que se tejan bien las tramas, los giros, los finales, abiertos o cerrados…

La lectura es un refugio, necesito entrar en ella todos los días, prácticamente desde que tengo uso de razón; en función del estado anímico, del desarrollo de los días, necesito distintos tipos de refugio, más o menos frondosos, laberínticos, espesos… (sí, ya sé que los “adjetivos pesan”, pero yo los agradezco, al igual que los sustantivos, los verbos y adverbios…). También encuentro en la novela un “manual de estudio”, en el que aprendo, en el que me miro, en el que busco respuestas, preguntas, explicaciones, consuelo, ayuda… En mi escasa relación con los micros relatos, me cuesta encontrar en ellos lo que hallo en las novelas… Agradezco que Julio Verne, Walter Scott, Daniel Defoe, Luigi Motta, Emilio Salgari, Karl May o Enid Blyton, que me ayudaron a crecer y a formarme como lector, no escribieran micro relatos… “De mayor”, le agradezco lo mismo a Galdós, Baroja, Unamuno, Martín Gaite, Almudena Grandes o Dolores Redondo.

Por deformación profesional, al pertenecer al “mundo académico”, estoy muy cansado de requisitos, número de caracteres, extensiones, síntesis y resúmenes limitados, palabras clave, estándares, rúbricas… sin duda necesarios en ese mundo, pero que, trasladados a la creación literaria, pueden coartar la creatividad, la frescura de un texto, sus posibilidades de comunicación, de empatizar…

Como “escritor”, en el ámbito literario, escribo, básicamente, para mí, para intentar comprenderme, explicarme, justificarme, relajarme, para hacer aflorar sentimientos, sensaciones… para eso, necesito muchas palabras, frases, párrafos y párrafos, sin límites, sin requisitos… no sé escribir de otra manera…

Sobre el reciente taller, fui más por curiosidad que por convicción, como una actividad más para romper con el trabajo diario, para relacionarme con personas ajenas a mi día a día, para ver otras caras, para oír otras voces… por lo mismo que voy a las reuniones de las tertulias literarias, para aprender… y aprendo, también del taller, en el que aprendí, no solo a escribir micro relatos, sino a escribir mejor y, también, para ser mejor lector, abrirme a nuevos formatos. Creo que este tipo de talleres es un signo de nuestro tiempo, de las sociedades ociosas, del bienestar, de personas que, afortunadamente, tienen y quieren (tenemos y queremos) tiempo para ello.

Termino, seguro que estaré muy de acuerdo con lo escrito por Jesús, aprenderé y disfrutaré mucho leyéndolo… aunque sea breve….

 







viernes, 4 de junio de 2021

 A flor de piel”  de Javier Moro. Colaboración de Montse Méndez

La primera vez que tuve conocimiento de la existencia de Isabel Zendal, fue en una nota de prensa que leí, por casualidad, en una mañana de vacaciones, hace ya cuatro veranos. Tal vez porque acababan de descubrir el nombre de la hasta ese momento desconocida enfermera que había acompañado a Balmis en su Expedición, y porque, además, era originaria de A Coruña, el Correo Gallego se había hecho eco de ella. 

La noticia, sin embargo, no ofrecía gran información, más que su labor como acompañante de los 22 niños del hospicio de la Coruña, en su travesía a través del Océano Atlántico y a lo largo de las colonias americanas  e incluso aquellas pertenecientes al continente asiático. 

Esta cuestión me sorprendió y la primera pregunta que acudió a mi mente no fue ya por qué ella había sido desconocida hasta el momento, sino que cómo era posible que unos niños hubiesen sido sometidos, primero, a una especie de experimento cuyos efectos resultaban desconocidos (¿le estarían inoculando una enfermedad susceptible de desarrollarse y matarlos?), y segundo, a un viaje en el cual habían perecido antes hombres mucho más fornidos. Comprendía el objetivo y la necesidad de poner el bien común por delante de todo lo demás, pero ¿debe ser así  a toda costa? ¿Dónde está el límite?

Pues bien, esta cuestión y algunas otras más, se trataron en la última reunión del Club de Lectura de la Biblioteca de Ceuta; en la que, además, contamos con la presencia del Jefe de Medicina Preventiva del Hospital Universitario de Ceuta, Julián Domínguez, cuyas aportaciones enriquecieron nuestro diálogo, desde un punto de vista no sólo médico, sino también, literario e incluso filosófico: 

¿Fue realmente una Expedición filantrópica? ¿Era el objetivo de Carlos IV humanitario o, por el contrario, se trataba de una maniobra mercantilista para evitar la desaparición de la mano de obra en las Indias occidentales? ¿Fue Balmis un prohombre o se trataba de un científico solitario y ególatra que sólo buscaba el éxito personal, sin reparar en las posibles consecuencias? ¿En qué medida su actitud puede justificar o deslegitimar la expedición?

Más allá nos llevaron las reflexiones de nuestro compañero Pedro, quien, actuando en calidad de abogado del diablo, como él mismo se describió, se preguntó y nos preguntó si realmente el ser humano debe de desarrollar este tipo de avances médicos, en aras de la supervivencia. 

Es decir, una vez neutralizadas las sucesivas pandemias, que hasta el momento han minorado la población humana, contribuyendo a regular de forma natural el ecosistema y evitando alterar la cadena trófica, ¿qué futuro tendremos? ¿Habrá suficientes recursos para todos?

Momento en que el que resultó inevitable recurrir a la famosa frase de Hobbes “homo homini lupus” o “el hombre es un lobo para el hombre” o más bien que nosotros mismos seremos quiénes nos extinguiremos.

Sin embargo, y en esto tengo que decir que me puede mi vena idealista, o utópica, o no sé ya cómo llamarla, y en este sentido (como dijo alguien en la sala “no tengo una respuesta para esto, pero tengo una opinión”), creo que si, doscientos años después, hemos conseguido alcanzar, no sólo el estatus legal, sino el convencimiento del valor de una vida humana, en el sentido de que hoy sería impensable –al menos en nuestra sociedad- que unos niños vulnerables e indefensos, fueran sometidos a tales medidas; tal vez, en doscientos años a partir de ahora, hayamos conseguido una mejora social y una mayor conciencia ecológica, fundamentada  en la sostenibilidad, la empatía y el respeto mutuo.

Por supuesto, también hubo espacio en el diálogo para consideraciones desde un punto de vista estrictamente literario: Se destacó, en primer lugar, la labor de documentación realizada por el autor para la ambientación de la novela, en la que se describe incluso, de manera minuciosa, cómo se realizaba la inoculación del virus y su transmisión de un huérfano a otro.

Esta labor de investigación coexiste con escenas de carácter ficcional, pertenecientes a la imaginación del autor; pequeñas licencias que nos permiten distinguir, entre otros aspectos, el género de la novela histórica respecto de la historia novelada, como la presente.

Se resaltó la labor de construcción de los personajes, ya que, una vez inmerso en la historia, uno es capaz de generar simpatía o antipatía respecto de cada uno de ellos, sólo por el cómo nos son mostrados; y por supuesto, la pulcritud y la claridad del estilo de Javier Moro al describir los personajes y las diferentes escenas. Todo ello resulta en un tono fluido, que otorga amenidad a su lectura y que hacen que se trate de una novela disfrutable por todos los públicos.

Para finalizar, me gustaría comentar, para aquel que le interese seguir leyendo sobre el tema, o tal vez acercárselo a los más jóvenes de la casa, que la periodista coruñesa María Solar publicó en el año 2017 la novela juvenil “Los niños de la viruela: La expedición Balmis, en la que éstos son los verdaderos protagonistas y narradores de la historia; que cuenta, además, con una adaptación teatral para público familiar y escolar.